Quiere repetir


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Cuando Nadia Báez aún tenía un grado de visión competía en gimnasia aeróbica deportiva, pero ya tenía contacto con la natación desde muy chica, empezando por las colonias de vacaciones, las escuelas especiales y el club Defensores de Moreno, donde pasó gran parte de su infancia.

En la adolescencia (hoy tiene 30 años) comenzó con mayor continuidad las clases de natación a la par de la práctica del atletismo y el torball. Hasta que en 2003 participó en su primer torneo de natación, en el colegio Ward de Ramos Mejía y al año siguiente disputó los Juegos Evita. Al repetir en 2005 la participación le comentaron de la existencia de la selección nacional de natación para ciegos y disminuidos visuales. Fue convocada y desde la Federación Argentina de Deportes para ciegos (FADEC) la pusieron en contacto con quien hoy es su entrenador personal: Agustín Loiacono. Desde entonces, se dedica plenamente a la natación.

Con tres Juegos Panaparamericanos, va por su tercera participación Paralímpica, después de Beijing 2008 y Londres 2012: “En estos diez años mejoré rotundamente las cuatro técnicas de nado, los niveles aeróbicos y de fuerza, la alimentación, la relación con las personas, el valor de las personas, las cosas, los eventos, los planteamientos de objetivos, la mirada crítica, los estados emocionales… En fin, mi estilo de vida cambió, considero que para mejor”.

La aparición del Enard le permitió dedicarse exclusivamente a entrenar y desde 2007 empezó a competir en alto rendimiento en el 2007, también con el acompañamiento de la Secretaría de Deporte y la FADEC.

En la categoría S11 las potencias son Suecia, Italia, China, Nueva Zelanda y Ucrania, dependiendo de la prueba. Nadia lo detalla: “En los 100 metro pecho es casi segura la disputa de los dos primeros puestos entre Suecia y Holanda, y yo voy a pelear el tercero contra una ucraniana y una china. En el caso de los 50 metros libres trataré de mostrar una buena performance con el objetivo de colarme en la final y que me sirva como experiencia para mi carrera principal del día siguiente”.

Aunque estos serán su terceros Juegos Paralímpicos, las emociones que se ponen en movimiento son las mismas: “Me llena de orgullo, alegría, entusiasmo y gratitud acompañado por nervios, ansiedad y tranquilidad, por ver que el esfuerzo diario trae resultados, por ver felices a quienes me acompañan y apoyan, por ver el desarrollo del deporte a nivel mundial”.

 -¿Cómo fue tu camino hasta los Juegos?

-Mi preparación hacia Río empezó al finalizar mi carrera en Londres 2012. En el medio pasé por dos mundiales, los Juegos Parapanamericanos de Toronto, un Sudamericano, un PanPacific, una Copa Europea y diversos encuentros nacionales y brasileños. Para cada uno trabajé de forma especial, teniendo en cuenta que el objetivo mayor llegaría en septiembre de 2016. Es un proceso largo que muchos desconocen: mi rutina anual gira en torno de los entrenamientos en pileta, el gimnasio, los torneos y concentraciones evaluativas y otro entrenamiento invisible: la psicología, la nutrición, la medicina en general para un óptimo estado de salud, los masajistas, los descansos y las actividades de distracción que en mi caso son mi casa, familiares y amigos y el estudio.

Nada de lo que menciona es improvisado. Desde 2010 cursa la licenciatura en psicología y realizó algunos cursos sobre adicciones y entrenamiento mental.

-¿Con qué expectativas vas?

-Desde un primer momento trabajo para acercarme al oro mundial y a un récord del mundo. Estuve muy cerca en el Mundial 2013, donde quedé segunda, con mi mejor registro personal luego del bronce de Londres. En los años siguientes experimenté una caída en la curva de rendimiento que no me permitió repetir esa marca. Este año en la Copa Europea quedé cuarta pero logré mejorar el tiempo del año pasado… Así es que viajamos a Río con toda la expectativa y el deseo de volver a repetir el bronce de Londres y la marca del mundial. Yo no dejo de soñar con el oro pero tampoco olvido la realidad y las posibilidades y mejoras de cada nadadora de mi categoría. Me llena de  gratificación poder volver a vivir esa experiencia tan peculiar, por ocupar el lugar que muchos ansían, por estar entre las mejores y funcionar como promotora de un estilo de vida.