Ledesma quiere revancha


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La amistad muchas veces abre caminos inesperados. Agustín Ledesma había practicado básquet y natación hasta que, hace más de una década, el mejor amigo de su vida le insistió para que comenzara a realizar tenis adaptado junto a él. Corría el año 2005 y ese gran amigo es Ezequiel Casco, con quien hoy comparte la delegación argentina rumbo a los Juegos Paralímpicos Río de Janeiro 2016.

Mucho ha crecido desde su primera vez representando a la Argentina, en la Copa del Mundo 2007: “Mejoré mi técnica, mi físico, mi mentalidad y mi movilidad en la silla”, reconoce. El apoyo de la  Asociación Argentina de Tenis Adaptado y la academia CITAC se le suman a las becas oficiales para que pueda dedicarse plenamente al deporte y poder aprovechar el (poco) tiempo libre para ir al cine, salir con su novia, con amigos, escuchar música, jugar videojuegos, leer…

-¿A quiénes admirás en el tenis?

-Me gusta mucho el juego de Roger Federer, y, en lo que es tenis adaptado, el japonés Shingo Kunieda es un gran referente para mí.

-¿Qué imaginás que va a ocurrir en el flamante Centro Olímpico de Tenis de Río?

-Habrá mucha y muy buena competencia, va a ser muy confortante llegar allí y luchar contra el que me toque. No tengo una meta específica de ganarle a tal o cual, para ser el mejor, hay que vencer al que toque. El gran rival a superar seré yo mismo.

La superación personal es un objetivo que guía a Agustín desde su inicio deportivo. Todo empieza en su brazo derecho. “Mis expectativas deportivas para Río están en poder superar la primera ronda, que fue en la instancia que perdí en Londres 2012. En cuanto a lo personal, quiero tomar la experiencia de disputar los Juegos Paralímpicos lo más posible y utilizar la experiencia de manera positiva por haber llegado hasta allí y seguir aprendiendo para subir a lo más alto”, analiza.

Europa, Japón, Sudáfrica… A sus 22 años ya recorrió el mundo gracias al tenis. Desde su vuelta al circuito, en 2015, ya superó la docena de títulos, entre singles y dobles. Ahora el GPS apunta hacia Río de Janeiro… Y va por más.